jueves, 11 de diciembre de 2014


Impresión de ti

No me mires, no me mires así, 
tus ojos podrían quedar estampados en mis párpados, 
podría llegar al punto de verlos toda la noche aun con los ojos cerrados. 
¿Qué tal que un día me pierda o me caiga mientras intento sacar tus ojos de los míos? 

No me toques, no me toques así, 
mi piel puede percibirte desde que estás como a una cuarta, 
y desde ahí hasta que por fin me tocas es la agonía. 
Ah, pero cuando me tocas, un calor que no quema sale de tus manos y va hasta mis huesos, 
ahí llena mi cuerpo, se mezcla con el aire que respiro y sale de mí cuando exhalo, muriendo. 
Un día, en el afán de prolongarle la vida, contendré el aire hasta que sea mi fin.

No te acerques a mi boca, no te acerques así, 
yo puedo evitar besarte con fuerza y abrazarte, 
pero mi alma, ay, mi alma no sabe de esas lidias, simplemente se sale y se pega de ti.
Vuelve a mí triste por tener que dejarte, luego de estar tan profundamente cómoda en ti.
Yo te haré saber cuando pase, en tanto, no te acerques, no te acerques así.


jueves, 30 de octubre de 2014

Déjame

Déjame, pero despacio. 
No me dejes de un sacudón... que me caigo.
Déjame con sonrisas, 
con esa diplomacia de la que haces alarde.

Te puedes ir alejando de a pasito, como jugando,
cada paso más grande, hasta que ya no te vea, pero siga escuchándote.
Ah! pero mírame siempre. En un solo segundo sin tus ojos podría perder mi memoria, 
olvidarme de quién soy.

Déjame así: me haces creer que estás mejor que nunca... que estamos mejor que nunca,
y de repente, cuando yo esté en plena armonía, te vas,
así quedo como hipnotizado, no sentiré nada.

Muéstrame un paraiso,
invéntalo y dime que ahí voy a estar cuando te vayas, 
dime que ahí no hay de esos caprichos tuyos, ni de esos alborotos, 
dame la mano para entrar y luego déjame,

Yo estaré ahí hasta que entienda el mundo sin ti,
hasta que un día pueda de nuevo ver,
hasta que no me duela el sol, y pueda seguirlo para no perderme, 
y decidido, siga mis deseos sin seguirte... busque mi camino sin buscarte.



viernes, 31 de enero de 2014

En Antioquia "Aen" Muchas Historias

Siempre me consideré un afortunado por haber crecido con mis abuelos, un par de viejos de áreas rurales antioqueñas, llenos de tradiciones y de historias de montañas, brujas y reuniones familiares de cien personas en una finca sin energía eléctrica. En medio de las tardes de historias mis abuelos dejaban escapar palabras que no lograba ubicar en mi léxico, una cuestión que no me preocupaba, porque mi objetivo de entender la vida de antaño se cumplía muy a menudo.
Algún día escuché alguna frase de mis abuelos donde se reemplazó el "hay" por la palabra "aen", y fue ahí cuando me di a la tarea de reflexionar en torno a las evolución del lenguaje, porque la palabra aen que no significaba nada para mí estaba cargada de contenido para ellos, dos personas que con dificultades lograron aprender a leer y a escribir, algo andaba mal!. Si bien la reflexión personal no me entregó las respuestas que necesitaba, la vida lo hizo, cuando en una ocasión un campesino antioqueño me preguntó: "Cuántas vacas aen áhi", lease con acento en la letra A: Áhi!; para mí, toda mi curiosidad se volcó a esta palabra, un adverbio de lugar con cara de verbo, es decir, con una pronunciación equivalente a la interjección !Ay!. 
Foto: Julián Bedoya C.
Sabiendo un carajo de análisis lingüistico me atrevo a decir que con esta herramienta no hubiera entendido nunca este tipo de frases, pero mi explicación empírica me dejó satisfecho: si en lugar de usar "su verbo tradicional": aen, usaran la forma correcta "Hay", entonces la pregunta que me hizo el campesino sonaría con una doble interjección: algo como ¿Cuántos ponchos ay! ay!?, lo cual en Antioquia significaría que, luego de decir "cuántos ponchos..." sucedió algo que exige cierta premura, manifestada por la expresión ¡Ay Ay!.
Si bien el análisis lingüistico académico tiene un gran valor para nuestro desarrollo como especie, el descifrar las expresiones  tradicionales de una región puede ser una tarea muy satisfactoria si se aborda desde el análisis de las situaciones cotidianas, porque para un lingüista la etimología sale de rastros históricos claros y en el caso de transformaciones tradicionales, estoy por pensar que no "aen" dichos rastros, además, lo valioso para un simple mortal en temas del lenguaje es entener una historia de sus abuelos, vivir al oirla las emociones que ellos vivieron y no perdonarse la muerte de la tradición oral familiar.