jueves, 7 de marzo de 2013


Canción de la Vida Profunda, Porfirio Barba-Jacob

Hay días en que somos tan móviles, tan móviles,
como las leves briznas al tiempo y al azar...
Tal vez bajo otro cielo la vida nos sonría...
La vida es clara, undívaga y abierta como un mar.

Y hay días en que somos tan fértiles, tan fértiles,
como en abril el campo, que tiembla de pasión:
bajo el influjo próvido de espirituales lluvias,
al alma está brotando florestas de ilusión.

Y hay días en que somos tan sórdidos, tan sórdidos,
como la entraña obscura de obscuro pedernal:
la noche nos sorprende, con sus profusas lámparas,
en rútilas monedas tasando el Bien y el Mal.


Y hay días en que somos tan plácidos, tan plácidos...
¡niñez en el crepúsculo!, ¡laguna de zafir!
que un verso, un trino, un monte, un pájaro que cruza,
¡y hasta las propias penas!, nos hacen sonreír.

y hay días en que somos tan lúgubres, tan lúgubres,
como en las noches lúgubres el llanto del pinar:
el alma gime entonces bajo el dolor del mundo,
y acaso ni Dios mismo nos pueda consolar.

Mas hay también, ¡oh Tierra!, un día... un día... un día...
en que levamos anclas para jamás volver:
un día en que discurren vientos ineluctables...
¡un día en que ya nadie nos puede detener!

domingo, 3 de marzo de 2013



Caricias


La tragedia no es vivir, no es el destino
no es esperar, no es aguantar, no es sanar
No es extrañar, revivir, repasar, recordar
son dolores fáciles, pasajeros, con brevedad

No son las canciones las que me hacen llorar
el parque, las casitas, tu cara, aún están vivos
tus ojos complacientes aún me miran
en todas partes tu voz se hace escuchar

Ni siquiera es volver a empezar
podría tirarlo todo y reiniciarlo muchas veces
no es reinventar, reconectar, componer
arreglar, ajustar, encender y arrancar

Incluso mantenerse bien es pensable
Sonreir, trabajar y no quejarme
hacer cualquier familia que no soñé
conformarme y pensar que así, ya está.

Pero la tragedia y el dolor, la desesperación, lo insoportable
lo que me roba tranquilidad y convierte mi vida en disimulo
son estas tantas caricias que sólo tú merecías
y ahora, por más que te busco, no te las puedo entregar.

Foto: Julián Bedoya, "Nacimiento de Luna"